sábado, 5 de diciembre de 2009

Relato 2 - POLIGAMIA


“La poligamia es el término antropológico, que puede ser tanto poliginia (un hombre con múltiples mujeres) o poliandria (una mujer con múltiples hombres).”

“De las 1.170 sociedades humanas estudiadas por Murdoch en su Atlas etnográfico, la poliginia aparece en 850 de ellas, 72%.”

- Lo sé todo! - gritó Samuel visiblemente irritado. Las venas del cuello hinchadas los ojos muy abiertos y la frente y los pómulos tiznados de rojo – Os he visto besaros de madrugada! Voy a informar de esto al profeta y los dos seréis expulsados de la comunidad!

El blanco de la cólera de Samuel se llamaba Maximilian Baer, su vecino. Ambos se encontraban en el granero de la granja de Samuel, una enorme construcción de madera, desvencijada y carcomida, en la que tiempo atrás se había dado albergue a una docena de caballos y en la que se podía guardar la cosecha de todo el año. El granero olía a paja mojada y madera podrida. Varias escaleras conectaban los tres niveles de altura y grandes telarañas colgaban entre las vigas y utensilios del campo amontonados y oxidados por la falta de uso y el abandono.

Samuel era un hombre mayor, había cumplido los sesenta y dos con mala fortuna, el pelo blanco y alborotado mostraba grasientos signos de descuido y el mono tejano estaba manchado y sucio. Max era más joven, todavía no había cumplido los cincuenta, se empezó a rapar el pelo hacía más de diez años cuando las entradas se le unieron en la parte superior de la cabeza, llevaba unos tejanos viejos pero limpios, y una chaqueta azul de verano. Mantenía un porte altivo, con las manos dentro de los bolsillos, y si bien los que le conocían se hubieran percatado de que estaba nervioso, por como se pasaba la brizna de hierva de una comisura a otra de los labios, a Samuel su engañosa indiferencia lo sacaba de sus casillas. Entonces Max sacó un cuchillo del bolsillo de la cazadora.

- No harás nada de eso, olvidaremos el asunto y tienes mi palabra de que no volverá a suceder nunca más, lo que tienes que hacer es cuidar mejor de tus esposas, todo el mundo sabe que te odian y que les pegas cuando llegas a casa borracho, vamos Sam, sabes que es cierto! - Max perdió un poco la compostura y alzó el cuchillo apuntando con el a la cara de Samuel. La frente perlada de sudor de Max envalentonó a Samuel.
- Pero como te atreves hijo del mismo diablo! - escupió este mientras cogía un pico de un rincón del granero. El viento soplaba fuerte en el exterior, y las paredes de la construcción crujían y se quejaban, como si alentaran a los dos luchadores, bañados en el circulo de luz de la linterna de gas que Samuel había dejado en el suelo – Voy a matarte! Como pretendes que lo olvide! Está embarazada! - Samuel cargó con el pico con un sonoro rugido.

Marta lo estaba viendo todo apostada en el granero de paja del primer piso, había subido por la escalera exterior y se apretaba las manos con nerviosismo, el viento la había despeinado completamente y cuando vio como Samuel levantaba el pico se tapó los ojos y fué a buscar a Nicoleta y a Rachel a la casa grande. Mientras bajaba por la escalera escucho los gritos de ambos forcejeando en el interior. Corrió al máximo que le permitieron sus jóvenes piernas, mientras el viento le enfriaba las mejillas bañadas en lágrimas.

Cuando las tres llegaron al granero, resoplando y alteradas, encontraron a Maximilian con el pico clavado en una clavícula, tumbado en el suelo, pequeños chorretones de sangre caliente le brotaban de la yugular, cada vez más débiles, a Rachel, le impresionó ver como la mandíbula se le movía arriba y abajo, espasmódicamente, había oído hablar de ello, en los que acaban de morir. Samuel, su marido, también yacía en el suelo, inconsciente.

- Vamos Nicki, tráeme una cuerda! - ordenó Rachel. Rachel era la esposa mayor, la primera, y gozaba de cierto poder de decisión entre las esposas hermanas, pero Nicki la conocía perfectamente y mientras obedecía empezó a qujarse con sobreactuada tristeza.
- Esto no está bien, no está bien... - sollozaba mientras buscaba a su alrededor sin suerte
- Toma – Marta le alargo un cuerda.
- No, una más gruesa – le dijo Nicki, haciendo un ademán comprensivo a su hermana esposa pequeña.

Entre las tres ataron a Sam a una de las vigas, todo el granero crujía debido a la violenta tormenta que se estaba desatando en el exterior. Cuando Sam estuvo bien atado Rachel reunió a sus hermanas esposas.

- Voy a ser clara, Samuel es un mal bicho – involuntariamente Marta y Nicki miraron la profunda cicatriz que cruzaba la cara de Rachel, y el moratón que le cubría la mayor parte del cuello, “regalo” de Sam de hacía dos días.
- No se si estoy haciendo lo correcto, sólo sé que se me ha pasado por la cabeza y lo hemos hecho. - Rachel tomó aliento – ya pensaremos que haremos con él, por ahora tenemos que pensar que será de nosotras, y sobretodo que será de Marta, si Sam se despierta, la matará. Las dos sabéis que os amo por encima de todas las cosas, las materiales y las espirituales, hemos pasado un terrible infierno durante todos estos años, y desde luego, ahora y aquí os comunico que no me apetece dar cumplimiento a la promesa que hice el día que me sellaron a Samuel, como supongo que vosotras tampoco querréis hacer – el sello las unía a Samuel para siempre, en esta vida y en la otra.
- Ya Rachel, pero esto no está bien.... - musitó Nicki
- Esperad un momento, esto ha sido culpa mía, así que lo mejor será que me vaya de la comunidad... seguiremos en contacto os lo prometo, pero estoy con Rachel, ese perro no merece vivir...

Las tres guardaron un momento de silencio, Samuel empezaba a balbucear, un enorme chichón le cubría gran parte de la frente.

De repente, Max se irguió de medio cuerpo, con el pico clavado en la clavícula.

- Donde están las llaves de mi furgoneta? - preguntó a la nada. Se incorporó, pálido y bañado en su propia sangre, dio unos pasos hacía adelante y se golpeó con la puerta medio abierta de uno de los establos, se quedó allí apoyado unos instantes mirando la puerta, como si no comprendiera que hacía eso ahí, luego miró a las tres mujeres y sentenció.

- Donde esta... done estauff – resopló una última vez – auuffff – y cayó al suelo.

Al instante Rachel cogió el cuchillo de Max que yacía en el suelo, olvidado, se acerco rápidamente a Samuel y le cortó el cuello con un gran y experto movimiento de mano. Sam se despertó de golpe, intentó decir algo, pero obviamente no pudo. Al ver a Rachel con el cuchillo en la mano, a Nicki con las manos en tapándose la boca y a Marta asintiendo con los labios fruncidos, lo comprendió todo. Intentó hablar otra vez y al ver que era imposible gritó con todas sus fuerzas, la tormenta del exterior explotó con toda su furia. Al gritar escupitajos de sangre brotaron de la herida de su cuello como coágulos de un volcán en erupción. Rachel cogió un saco, le tapo la cabeza y luego entre las tres le tiraron una mantas por encima.

- Nos veremos en el otro mundo, hijo de puta.

Marta se fue de la comunidad ese mismo día, con el coche de Max, que abandonó en las afueras de la ciudad. Rachel y Nicki contaron al profeta que Maximilian había ido esa noche a su casa y que se había llevado a Sam con la furgoneta. Los buscaron durante varios días. Ni Rachel ni Nicki tenían valor al día siguiente para mover los cuerpos , así que simplemente los taparon y decidieron que si alguien descubría los cadáveres, simplemente confesarían. Pero no fue así, pasaron las semanas y la historia cuajó, Max había matado a Sam había escondido el cadáver en algún lugar y se había largado con Marta.

El amor que las tres hermanas esposas se tenían, trascendía lo común en un matrimonio polígamo, el profeta se apiadó de ellas, y no fueron reasignadas a otro matrimonio. Esto resultaba un problema, ya que el sello no se había roto y se volverían a encontrar en el otro mundo, con Sam.

Probablemente los restos de Sam todavía sigan allí. Así que me dirijo a la comunidad para comprobarlo, ahora que mi madre, Marta, en su lecho de muerte, me ha contado esta historia. Si no son enterrados, no resucitarán en el otro mundo, y yo me ocuparé de que los coyotes esparzan sus huesos.

Constantin Baer.

(dibujo de Pau MF, mutante de la sombra)

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