martes, 22 de diciembre de 2009

Mi herencia


Mi herencia no es el vacío.
Es la nada, tibia.
Directamente fuera de la nada,
se encuentra el vacío.
No coexiten.
No vienen directo a mis brazos,
para ser abrazadas.
-
No a la vez.
-
No me siento vacío,
porque no siento nada.
La ausencia sublime
de una traición perfecta.
El crimen perfecto,
las piernas perfectas.
Dios mío!
No puedo cruzar el puente
y quemarlo.
-
No a la vez.
-
La nada ronronea en tu pelvis,
te estira los dedos de los pies,
te aprieta los dientes,
te moja los labios.
A la nada no la escuchas venir,
explota como un sol moribundo,
justo detrás de ti.
-
El vacío no es mi herencia.
Ni la irreflexiva pasión desollada.
-
Mi herencia es una mano roja y fría,
congelada.
Es un pozo de almas condenadas
por todo aquello que podían hacer.
Mi herencia es el dinero fácil,
es la saliva dulce que te tragas,
como cuando chupas un botón roto.
Mi herencia es la nada tibia,
los ojos de niño pequeño,
la muerte del que me vigila
en mis pesadillas,
el que sabe lo que digo,
el que me habla desde la pared,
es un hombre, un nombre, un necrófago.
-
Mi herencia es el dios de los lugares marchitos.
Es mi sangre, son mis ojos.
Es la yema de mis dedos.
Son momentos fugaces de seguridad.
el vacío no existe, la nada es el fuego de abraxas.
-
Mi herencia soy yo,
Mi herencia soy tu.
eterna,
preciosa.
Toda mi perfecta nada.

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