viernes, 4 de diciembre de 2009

Carrington


desde la buardilla, observa a sus hijos
jugar en el jardin, mientras acaricia
las cuentas, del heredado collar de perlas.
ataviada con aquel viejo vestido, de cuando
la abuela era jovencilla, aquel de los veinte,
con la pamela de saten, y el pañuelito de seda,
ajustado. conjunto color crema, sepia, anticuado.
-
mis hijos juegan en el jardin, chapoteando en
los charcos, entre los setos y la flores,
olvidadas, mal cuidados, llueve a cantaros
y se lo pasan muy bien, me gusta dejarlos
correr, ensuciarse de barro, de inocencia.
no se quien les cuidara ahora, no lo se.
-
voy recogiendo, las fotos, los vestidos.
los recuerdos, los sueños marchitos.
y me dejo caer cansinamente en esa mecedora
de mimbre. me gusta el desvan, es bonito,
con su polvo, sus trastos, su silencio a
arcaico, los muebles de mama...
el estropeado y añejo maquillaje de mi tia.
la pistola de papa.

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