viernes, 26 de febrero de 2010
Relato 7 - EL ESTIGMA
(nota: sin revisar)
Cuando bajé del autobús, me crucé con una chica. La música del mp3 se aceleró, el volumen subió. El viento me levantó la camiseta. Tragué saliva y un sabor neutro me sació la sed. Olí su perfume, almizcle.
Pero no la miré, no era estrictamente necesario. Me quedé allí quieto, intentando controlar los latidos del corazón. Respiré profundamente, cuando tenía todo el aire en los pulmones, el corazón se me paró. Fueron solo dos segundos. Los dos exalamos el aire a la vez, la tenía a menos de treinta centímetros, espalda contra espalda. Ella perdió el autobús y yo seguí caminando.
Por la noche, me pasé casi una hora en la ducha, respiraba con dificultad, el agua caliente al máximo me relajaba. Me masturbé durante un rato pero no lograba eyacular, así que lo dejé.
Me vestí con estomismo y no me sequé el pelo, nunca lo hacía. Me pinté los ojos, una delgada línea negra, nunca lo hacía. Esa noche fuimos al Concord, obviamente ella estaba allí, no sabía como era, ni donde estaba exactamente, pero sabía que estaba allí. Porque no volvernos a ver hubiera sido demasiado injusto, insoportable. No existe maldad suficiente en toda la creación.
Me senté en un sofá del reservado, algunas parejas se besaban a mi alrededor, puse las manos en forma de mascarilla y me la apliqué en la cara, cubriendo nariz y boca. Mis amigos me miraban furtivamente de vez en cuando, no pasa nada, tranquilos. Ya me conocían, no pasaba nada. El suelo estaba lleno de matices.
Entonces la vi, estaba apoyada en una columna, liandose con un tío, estaba muy cerca. Lentamente empecé a bajar las manos, apretandome los pómulos, la barbilla y el cuello. El chico le besaba el cuello y la sujetaba por la cintura. Ella se apoyaba en una pierna, mientras mantenía la otra doblada con el pie en la columna. No paraba de mirarme.
Me sonrió. Yo también le sonreí. Los dos teníamos el mismo estigma en la frente. Invisible.
En ese momento una chica se cruzó entre los dos, bloqueando nuestras miradas. Con las manos en la cintura y cargando el peso en la pierna derecha, me hizo un gesto de desaprobación con la cabeza y me dijo.
Es tu ex?
Si - no se porqué lo dije.
Quieres ponerla celosa?
Preferiría ponerla cachonda.
Bueno, a ver que pasa.
La chica era muy guapa, me tendió la mano y me levantó lentamente, me sujetó el pelo por la nuca y me besó. Me apoyé en la columna justo delante donde la otra pareja seguía con lo suyo, y me dejé hacer.
Ella seguía mirandome. estabamos muy cerca. el tiempo se relentizó, se llevó el dedo índice a los labios y lo intrudujo en la boca, jugueteó durante un rato y luego lo sacó. Extendió el brazo, lánguido y perfecto. Me apuntó con el dedo, brillante y húmedo.
yo deslicé mi mano dentro del pantalón de la chica con la que estaba, con los dedos busqué el borde de las bragas y metí la mano dentro, las dos chicas se estremecieron proyectando sus caderas hacía adelante sutilmente. La música, rítmica y progresiva, incremento su vehemencia a pequeñas pulsiones de sangre en el cuello.
ella seguía con el dedo extendido en mi dirección, yo introduje mi indice en el sexo de la chica que estaba conmigo, despacio, apartando los labios, noté como apretaba pero no se retiró, me sorprendí un poco al notar que hacía movimientos circulares casi imperceptibles, me reclamó un beso, me molestó un poco porqué no quería dejar de mirarla a ella.
ella me hizo un gesto afirmativo, me dió permiso y bese a la chica al tiempo que sacaba el dedo haciendo cazoleta con la mano, para que el indice no rozara con la ropa y mantuviera el máximo de flujo. La chica me miró satisfecha y siguió con lo suyo.
Extendí la mano, estabamos tan cerca, cada vez más cerca. levanté su codo que había caido un poco y el brazo se extendió lo suficiente como para que me pudiera meter su dedo todavía impregnado de su saliva en la boca, le ofrecí el mío y ella lo lamió, sin cerrar los ojos, si los hubiera cerrado me habría ido.
Toda la gente desapareció, conseguí que la chica con quien me estaba liando fuera la última en desaparecer, se merecía eso al menos. nos quedamos solos y flotamos lentamente el uno hacía el otro. La discoteca desapareció, las casas de alrededor, los coches, toda señal de vida desapareció. El mundo desapareció.
La cogí del cuello e intenté asfixiarla, fué algo visceral. Ella me estiró del pelo con mucha fuerza a la vez que exhalaba el aire contenido en casi toda una vida, dejando ver sus dientes y su lengua. Estabamos desnudos, en medio de una nada perfecta. Una sublime acumulación de matéria estrategicamente diseñada para que los dos percibieramos con más exactitud, la esencia vital del momento, del otro.
Me mordió en el brazo y empecé a sangrar, me pareció un acto delicioso, quise morderla también pero pensé que de momento no, acababamos de conocernos.
Luego fuimos a mi casa, las cosas volvieron a un tono de realidad sustancialmente más mundano, tangible, predecible. Me fumé un cigarrillo mientras ella rompía todos los cristales de las ventanas con una botella vacía de vodka, yo no podía parar de reir. Luego nos fuimos a mi habitación y escupimos en la mano.
Todo esto hasta que salga el sol, de acuerdo ?
Ella me apretó la mano, afirmando con el gesto. Por las mañanas antes de que saliera el sol, colocaba cartones en las ventanas. Por las noches nos bañabamos en la piscina y nos mordiamos, cada vez más fuerte. Por el día descansabamos. Carpe Noctem. Hace dos días se filtró un rayo por la ventana, ella salió fuera y se ahogo en la psicina, ahora flota en la psicina. Pero no me importa, porque volverá. Porque siempre vuelve. Yo he ido a comprar gasolina, un bidón lleno. Me encanta especular como será la próxima vez. A que olerá. a que jugaremos? Ella. A que jugaremos si se puede saber? estoy muy contento.
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