martes, 23 de octubre de 2012

CADA TU

Nunca fui una persona en quien confiar,
por eso paso mis días solo.
Producto de una familia,
aterrado por las noches,
despoblado.
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En estos días en los que se intuye el invierno,
se intuye la asincronia ventricular.
Esto me recuerda que todos tenemos miedo,
en estos días, en los que no creemos.
En nada.
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Nos veremos al fin, con los ojos negros pintados,
inmolados.
El amargo final! como los senescales,
empapados en sudor y aceite y manteca.
No hay que tener miedo.
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Si todo el mundo viera lo mismo que yo,
no sería el único,
ninguna veneno es buena escusa,
cada tu y cada yo,
sometidos a veto eterno.
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Fricción, aplastamiento y pecado.
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Muerte, no física.
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